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Un sueño que ni el Covid-19 ha podido frenar

Mateo hace muchas cosas en Caucasia, lo que le ha permitido sobrevivir a la crisis por la pandemia, pero su sueño de ser cultivador de arroz sigue intacto. Hoy debe cuotas del crédito del Banco de la Gente, pero los alivios establecidos para los deudores lo hacen seguir optimista con su proyecto agrícola.

Mateo Estiven Gil sintió que se le arregló la vida cuando hace algo más de tres años y apenas rondaba la mayoría de edad, producto de un proceso de extinción de dominio, la Alcaldía de Caucasia le informó que él y su padre habían sido favorecidos con un pequeño pedazo de tierra, una hectárea y media, que el municipio estaba entregando a las familias para iniciar un proyecto productivo. Con esfuerzo lograron empezar a cultivar y construir una casa en el lote, “un rancho”, como la denomina él con afecto, y así fue como comenzaron a sembrar arroz, el sueño de tener un cultivo propio por fin se hacía realidad.

Ser cultivador no fue su primer trabajo, su sangre emprendedora la ha tenido desde que era un adolescente. A los 15 años comenzó a dedicarse al arreglo de equipos de segunda, “yo desde esa edad empecé a comprar motores de segunda, por ejemplo equipos de soldadura, plantas eléctricas, etc, los arreglaba, los ponía bonitos y en buenas condiciones y los vendía. A los 18 años entré a estudiar en Caucasia una técnica en Mecánica Diesel, pero sabía más que los profesores”, manifiesta. Ahora, con 21 años de edad, alterna las labores como cultivador y como técnico mecánico. “El sueño de trabajar la tierra lo cumplí cuando nos dieron la tierrita, nos faltaba un rancho y lo pudimos hacer y ahí íbamos dándole y poniéndola bonita”, estas son las palabras de Mateo, llenas de optimismo, pues cuando su cultivo salió adelante, ya tenía dos ingresos.

Hace tan solo unos meses, Mateo necesitaba recursos para la compra de insumos para el cultivo y logró obtener un microcrédito del Banco de la Gente, un programa de la Secretaría de Productividad y Competitividad de la Gobernación de Antioquia. Ahora con la crisis económica generada por el aislamiento obligatorio, su venta de equipos de segunda bajó dramáticamente y como apenas iniciaba una nueva siembra de arroz, sus ingresos comenzaron a reducirse y como consecuencia se atrasó en el pago. La preocupación era grande, hasta que una política de alivio a deudores que sacó el banco, y su positivismo, le ayudaron a superar este obstáculo y a continuar. Y aunque tiene dificultades, pero sin mucho agobio, sigue para adelante, “esta crisis nos ha atrasado bastante, pero a eso no hay que echarle cabeza, porque nos volvemos locos” dice en medio de su tierrita.

Este alivio económico definido por la Gobernación de Antioquia para apoyar a los deudores que están enfrentando con sus créditos, les permitirá tener un período de gracia de seis meses a capital e intereses. “Son meses duros los de ahora y los que se vienen, pero este tiempito en que se deja de pagar el crédito, siempre ayuda mucho y le da a uno espacio para recoger la plata y ponerse al día” asegura Mateo.

Al Banco de la Gente pueden acceder personas o pequeñas empresas que aún se encuentran en la informalidad y no tienen posibilidades de créditos en otras entidades financieras. Incluso aquellos que como Mateo tienen solo una hectárea y media para cultivar arroz, pero un deseo inmenso de sacar adelante su negocio.

Pero no se sabe si es la vida la que le acomodó a Mateo las piezas de su existencia y que él llama suerte, o su optimismo que no deja que lo venzan las dificultades. Asegura que para la cosecha de este año lo más difícil era iniciar el cultivo y lo logró hacer en marzo, “antes de que la cosa se pusiera maluca”. Para él en este momento los problemas han sido por las limitaciones para transitar libremente, atender el cultivo y la adquisición de insumos. Pero lo que le parecía más complicado era lo del pago del crédito al Banco de la Gente, sin embargo, ya está solucionado, “este alivio llegó en el mejor momento”, dice el joven.

Él siente que con esta crisis “está parado en la raya”, y tiene muy claro lo que ha generado en él, “a mí no me ha afectado en el sentido de decir qué cosa tan horrible, qué vaina y me voy a quedar quieto. Yo no soy como mucha gente que se pone a llenarse la cabeza de cosas. Yo no. Ahí vamos pa’delante poquito a poquito”. Mateo tiene muy claro que esta situación no es un freno, por el contrario, es un impulso a seguir adelante, que viene logrando pese a las dificultades, con mucha energía y positivismo.

En julio podrá vender la cosecha y lograr el sueño de ser cultivador. A la par seguirá invirtiendo en su otra labor: “yo compro chatarrita, la organizo y la dejo bien buena para vender y así va uno invirtiendo la platica para que cuando pase la cosa, pueda uno volver a empezar para desahogar las deudas”.

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